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martes, 22 de junio de 2010

REFLEXIONES ANTE LOS NUEVOS CAMBIOS

Segundo fin de semana consecutivo de home working. Como dentro de poco vamos a ser 3 en casa, no sólo aprovechamos la ocasión para decorar y amueblar la habitación de nuestra hija, sino que también estamos vistiendo la casa.

Llega un momento en que eres consciente de los cambios que se van a producir en tu vida, tener descendencia, ampliar la familia, adquirir más responsabilidades,… seguramente provocarán que no sea tan impulsivo en mis decisiones aventureras. Para bien o para mal a Magda la tengo acostumbrada con mis locuras, aunque son locuras contenidas, pues siempre he tenido en mente mis responsabilidades profesionales, pero como reza la máxima “la cabra siempre tira al monte”.

Opino que, por fortuna, las oportunidades deportivas han surgido en el momento óptimo y la Titan Desert es uno de los acontecimientos que para mí han llegado a ser una referencia, no por la dureza de la prueba, que evidentemente lo es, sino por todo lo que ello implica, aunque me centraré en dos: preparación física y sacrificios (en plural).

Preparación física: Es evidente que ante una prueba de orientación, en un medio desértico, con etapas con puertos de montaña y/o dunas y con una media de 100km diarios hay que prepararse. Por ello supe, que por muchas horas que pudiera dedicarle al gimnasio, debía salir a rodar y que necesitaría un año para poder afrontar la prueba. Un mes después de la última Titan decidí empezar a entrenar con el objetivo fijado en la próxima edición; programé las vacaciones de agosto para estar la primera quincena lo más relajado posible y la segunda empezar a realizar entrenos intensos en bicicleta, y como disponía de todo el día, podría empezar la temporada con un estado físico mejor que aceptable, PERO inexplicablemente el día siguiente de traerme la bicicleta y el resto del equipo al lugar de veraneo me luxé el hombro. Ello significó inmovilización parcial del brazo y aparcar la bicicleta hasta que pudiera apoyar con garantías el hombro. En septiembre seguí con los entrenos a medio gas porque, además, había perdido mucha movilidad en toda la zona del hombro. Luego conocí a Sergi, el mejor compañero que uno pueda tener para afrontar cualquier reto y, posteriormente, a Carles y Truman.
Sergi, alias GimmeGimme


(En la Titan conocimos a Marce y más personas fantásticas, como deportistas y como personas, pero eso es otra historia) Y ahora es cuando debemos hablar de los

Sacrificios: El primero de todos, el económico. Ante la dificultad de la prueba podía ir con mi specialized rockhopper (atención el día que la llevé a revisión me dijeron que no la tocara, que era un clásico!!!!) o buscar un bici con garantías, que no me diera problemas mecánicos y se adaptara bien a mi forma de conducir, y todo con un límite presupuestario: Conclusión Giant Anthem X2, con tubeless, pedales crankbrothers y otras mejoras… ¡Una maravilla! Una maravilla, que sumada a la inscripción, me costó dos titan desert.

Sacrificio familiar: Si trabajo 6 días a la semana, de los cuales destino 2 horas diarias a entrenar y el domingo salgo en bici, ¿que es lo que queda? Lo que queda es algo parecido a mí, hecho polvo, esperando que pasen lentamente las horas para seguir el ritmo el lunes. Otro sacrificio fue que debía ser lo más positivo posible y agradecer todo lo que Magda hacía por mí, entre otras muchas cosas, me preparaba unas comidas deliciosas, pero ¿dónde está el sacrificio? Pues radica en que cuando hago un esfuerzo continuado se me cierra el estómago y sólo me apetece beber líquido, y al llegar a casa me encontraba unos platazos que no podía despreciar y, aunque me costaba, me lo comía todo todo todo.
Vida social: Teniendo en cuenta las largas jornadas laborales durante 6 días y que el domingo debía madrugar, más aún, para salir en bici, lo que menos me apetecía era salir de casa para llegar a horas en las que ya estaría en el tercer sueño. En este caso, Magda fue muy comprensible.
Meteorología: Lo ideal es entrenar bajo las mismas condiciones que te puedas encontrar en la prueba, es decir, ambiente seco, altas temperaturas (40º C de media) y terreno arenoso o con mucha piedra. Pues tampoco fue el caso, lo que nos encontrábamos cada domingo era frío, lluvia, viento y barro. Frío, lluvia, viento y barro. Frío, lluvia, viento y barro…
Sacrificio físico: Lamento repetirme, jornada laboral de 10h, a mitad de jornada descanso de 2 horas, que aprovechaba para ir a entrenar, consistentes básicamente en spinning + musculación; el domingo, entreno de alta o muy alta intensidad para realizar 100km y vuelta a empezar. A menos de un mes vista para la prueba empecé a notarme débil y sin fuerzas pero de una manera exagerada. Como el tema era muy preocupante me hicieron pruebas de todo tipo para ir descartando posibles diagnósticos, hasta que el diagnóstico final fue exceso de entreno o fatiga, según se mire. Y es que, obvié un aspecto imprescindible en cualquier entreno: el descanso.

Hasta que, finalmente, llegó el ansiado día que partimos hacia Marruecos y, como ya expliqué, cometí un grave error que tuvo su consecuencia en el yuyu del final de la segunda etapa y posterior gastroenteritis el resto de días. Un médico me explicó posteriormente que el cerebro es el mayor consumidor de glucosa del cuerpo y que antes de colapsarlo, por falta de alimento, otros órganos van fallando. En la famosa etapa del yuyu fueron 125km, 10h al sol en pleno desierto y estaba tan obsesionado con no quedarme deshidratado que sólo bebí pero no comí nada hasta que ya era demasiado tarde. Entonces entendí el porqué de las rampas en las piernas (nunca hasta entonces había tenido rampas), los temblores en todo el cuerpo, el frío y luego mucho calor, las hemorragias nasales,… resumiendo, un drama.

Todos estos excesos me llevan a concluir que la base del éxito radica en el equilibrio; un exceso, sea de lo que sea, acaba siendo perjudicial. Observa que hablamos de óptimo, y no de máximos o mínimos. Con todo ello, mi reflexión es que ante esta nueva etapa que es ser padre, seguro que tendré que reorganizarme, buscar mis máximos y mínimos y analizar las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades que configurarán nuestra nueva vida en familia. Y al final iremos en busca de ese nuevo estado óptimo en el que convergen la vida familiar, laboral y personal.

Pero no acaba todo aquí, no. Estas reflexiones son en voz alta, y ahora toca el momento de ver como actúo. Se me ha antojado compararlo con nuestra etapa en el magnífico equipo de fútbol Cicatriz (benditos años universitarios). Solía jugar en diferentes posiciones, pero con la que me sentí más cómodo, o con la que creo que aporté más al equipo fue como defensa lateral, Albert corrígeme si me equivoco: Como defensa debía frenar el ataque e inmediatamente subir por la banda para realizar un rápido contragolpe y volver a mi posición inicial. Eso significa mucho desgaste y poca materialización, aunque también conseguía desgastar menos al resto del equipo. Otro factor destacable, y creo que es positivo, es que me dejaba la piel en el campo, pero literalmente; al finalizar todos los partidos acababa, como mínimo, con la rodilla ensangrentada como consecuencia de lo abrasivo que es el césped artificial (te puedes imaginar cómo me lanzaba por el suelo) ¿Qué significaron estos actos desmedidos semanales? Por un lado, no conseguía cicatrizar la herida en 6-7 días, así que me pasaba toda la temporada con una herida abierta, luego degeneró en una tendinitis que estuvo bordeando el límite para ser crónica. Fruto de aquellas heridas y golpes semanales tengo la rodilla izquierda tan tocada.

Hoy en día, sigo la misma filosofía de desgaste, aunque los resultados suelen ser siempre positivos y fruto de un trabajo concienzudamente bien hecho. En este aspecto, puedo encontrar un punto óptimo en el que para conseguir el mismo resultado no aplique tanto esfuerzo, ¡pero qué bien saben las cosas bien hechas!

Si has llegado hasta aquí, felicidades por tener tanta paciencia. El próximo día, más.

El abuelo Cebolleta















Giant Anthem X2 2010









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